El último vals de Eto’o.
Del vals se dice que proviene del Landler, baile regional de Baviera. Baviera, hogar de uno de los ogros de Europa. El Bayern Múnich, que espera al Inter de ahora; al de Lautaro, Bastoni, Di Marco. Un Inter que querrá recordar noches europeas de celebración en Alemania.
Era un Inter en desintegración, se habían acercado demasiado al sol con Mourinho. En 2011, llegaba el ocaso del Inter del triplete. Aún así, tuvieron tiempo de dejar un último vals en Múnich. Los flashes se los llevaría Pandev, ese macedonio que siempre estaba por ahí con su zurda, pero Samuel Eto’o bailó a toda la defensa. Gol y asistencia tras girar con cualquiera que se acercara.
A veces olvidamos a Samuel. Quizá de ese Barça pre-Messi nos acordamos menos de lo que debemos. Samuel cambió todo. Sí, Ronaldinho fue la sonrisa, el talento, pero sin Eto’o no existiría el éxito. Fue Eto’o quien tenía el colmillo. Quien flotaba con pasos de baile hasta convertir esos pasos en violentos movimiento...
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